Antes de ocupar mi sitio en el nivel etérico, la Madre María me dio la bienvenida. Me dijo: "Bienvenido, hijo mío" y me agradeció que rezase el rosario dedicado a ella. Me sorprendió que me diera las gracias. En su presencia se tiene la sensación de que te envuelve el amor materno más intenso que podáis imaginar. Sentí como si, de algún modo, ella hubiera sanado mi alma para el trayecto que tenía que recorrer. Fue ella quien esparció el aroma de flores en mi cubículo del hospital cuando fallecí.
A la Madre María se la reverencia incluso en el cielo por sus numerosos intentos de interceder por este planeta. Su rosario es como un imán que hace descender la intercesión celestial. No debéis dejar de rezarlo. Ella no ha olvidado lo que implica la crianza y educación de los hijos y la lucha en este planeta. No hay que ignorar sus avisos. Le preocupa que la Tierra no sea capaz de superar sus horas más oscuras.
***Libro: Mensajes desde el Retiro de Saint Germain. Sorprendentes revelaciones sobre la vida después de la muerte, el propósito de vivir y el futuro de la Tierra. Autora: Patricia Kirmond. Porcia Ediciones***
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